Mediación en sociedades

Algunas personas creen que una sociedad es como un matrimonio, y al pensar así se equivocan. Las sociedades no son «como» un matrimonio, sino que «son» un matrimonio.

Meditemos acerca de cómo incide en la relación entre estas personas la necesidad de llevar adelante un emprendimiento – la sociedad – que genera el sustento común para alimentarse, vestirse, vivir y, además, para justificar esos sentimientos y emociones.

Finalmente, consideremos que entre estas personas existe desacuerdo acerca de cómo conducir su empresa que a su vez genera diferencias que se van incrementando en número y dimensión.

En el caso de intervenir como negociador por alguna de las personas involucradas o como mediador:

¿Cómo dejamos a un lado los lazos familiares entre las personas en conflicto para trabajar la cuestión económica o comercial?

¿Cómo proceder si para una de las partes en conflicto la cuestión debe primero dirimirse en el campo de las relaciones de familia y sólo después de haber trabajado y avanzado en ese terreno, trabajar sobre el entramado societario?



En algunos casos los familiares se vuelven socios a la fuerza, como es el caso del condominio forzado por la indivisión hereditaria.

En otros casos, eligen asociarse. En cualquier caso, tanto en el papel de negociador en representación de una parte como en el de mediador asumiremos como cierto que la existencia de una relación familiar entre los socios no es neutral respecto de la relación
societaria ni se puede apartar de ésta última.